los corazones buscaban para incontrar
cubrir todo el miedo a nuestra propia existencia.
Nos sonreímos sin saber por que
y nos besamos ya que no había otra cosa que hacer
que empezar con el sexo para mi ego enriquecer.
Te amo, me decía yo te amo.
Te amo, yo le dije yo te amo.
Así la inercia empezó a florecer
desapareciendo la soledad a la que tantos temen
esa que nos muestra nuestra fuerza y claridad.
Engañando a mi propia integridad
recayendo en tu vida para no pensar
que es lo que habita dentro de mi mente y mi alma.
Te amo, me decía yo te amo.
Te amo, yo le dije yo te amo...